Grupo

Grupo

sábado, 9 de agosto de 2008

Capítulo 2: El rock folklórico y Los Sicodélicos

Los tres adolescentes hermanos Fernando, Sergio y Patricio González que vivían sus primeras experiencias juveniles en Quilpue, ciudad típica de la Quinta Región de Chile, pretendían hacer música como fuera. Mientras un quinceañero joven llamado Frankie Sazo del grupo vecino Los Sicodelicos, es un impetuoso adolecente, juguetón, inquieto y, a la vez, lleno de ideales claros y precisos.



Acompañados por una inseparable guitarra, sorprendieron a sus amigos con sus primeras incursiones melódicas que, por supuesto, no eran otra cosa que hacer lo que todos hacían, un suceso común en los años de la década `60. Los hermanos González de Quilpue eran demasiado jovencitos todavía para darse cuenta que sus primeras inquietudes por identificarse con lo nuestro podían derivar en un asunto muy serio. A veces olvidaban el Rock y se lanzaban a aventurar melodías que objetivaban su visión del paisaje que los rodeaba.

Como todos, sus primeras incursiones fueron en festivales escolares: el aplauso juvenil, los halagos tempranos y una meta indispensable para saberse importantes.

Grabaron un disco con el nombre de Masters, podrían haber estado satisfechos, paradojalmente los González no lo estuvieron, una actitud de rechazo personal, una interrogante que les inquietaba: ¿es esto lo que queremos o podemos hacer?



De las chaquetas rojas a El Congreso

Se sentían inquietos porque nadaban contra la corriente. Con sus quenas, charangos y ritmos folclóricos parecían ajenos a la ensordecedora invasión del Rock. Toda la juventud estaba alienada por la onda extrangerizante que, siendo válida en su medio, no lo era tanto en el nuestro.

En este contexto, tres grupos musicales hacían furor en carnavales y colegios: Los Masters, Los Sicodélicos y los High Bass. Los Masters estaba integrado por los tres hermanos González Morales (Patricio, Fernando y “Tilo”), y por Fernando Hurtado.

Tilo: Los Masters eran un grupo más bien ordenaditos, con chaquetas rojas, insignia, peinaditos y tocábamos cobres de Los Shadows o Cha cha cha, dependiendo de la ocasión. Íbamos a una Kermmese, hacíamos Bailables, si había que hacer otra cosa. En ese tiempo nos encontrábamos siempre en las fiestas de Mechones con Los High Bass, ellos de chaqueta Azul con pantalones Grises y nosotros de chaqueta Roja con pantalones negros. Ahora, ellos eran por supuesto unos tremendos tipos que estaban ahí, pero el gesto de Congreso, la nueva música (por llamarlo así), que surgió no fue algo muy intelectual, de pensar, además, éramos muy jóvenes y no pensábamos mucho. Después con el tiempo, por supuesto avanzando y llegando al los setenta y tantos, había que tomar una postura, pero esa es una historia más adelante. No sé si Pancho o mis hermanos que son gestores también tienen la misma visión. Yo creo que fue una relación con la música muy cotidiana: jugábamos fútbol, tocábamos música, tomábamos once y seguíamos tocado, en eso nos pilló un terremoto entremedio, o sea, lo más normal posible.

Tilo: Nunca pensamos que esta cosa se iba a prolongar durante tanto tiempo y después vinieron los discos, el primer disco, y la emoción más grande fue desde Quilpué, un pueblo en ese tiempo (recuerden que hoy día uno toma un bus o un automóvil y una está en 50 o 60 minutos en Santiago). Resulta que en ese momento, en los años que estamos recordando, había un solo bus que salía 5:40 y que si no lo tomabas, no podría ir a la capital. Aparte que había que peinarse y sonarse para ir.


Irrumpen Los Sicodélicos en Escena

Allí en la región, existía otra agrupación de mucha fuerza y originalidad: "Los Sicodélicos". Esa agrupación de corte "colérica" en la onda "Rolling Stones" por su parte, emulaban también a The Beatles y estában liderados por un jóven impetuoso que se hacía llamar "Franky" -Pancho Sazo-. Extistían a la sazón también otros grupos, pero que tocaben más formales en fiestas viñamarinas: Los High Bass, agrupación viñamarina se conformaba por unos jóvenes desconocidos llamados Claudio y Eduardo Parra, Mario Mutis, Eduardo Alquinta y Gabriel Parra. Todos, sin más ambición, proveían a la festividades de la época de ritmos bailables, cóveres varios y toda clase de tropicales. Todos, también, asistían a las actuaciones de riguroso uniforme, acorde a la usanza de chicos buenos de Liverpool y conforme al protocolo impuesto por de las orquestas de jazz en el Chile de los cincuentas.



Francisco Sazo: Los Sicodélicos eran una banda adolescente donde se fundaba la actividad como jóvenes inquietos y atentos a lo que sucedía en el mundo. Sin duda estar en la quinta región supone una actitud de gente con “vista al mar”, significa que existe un amplio espectro de influencias, o más bien de elementos vivos que se dan en lugares “puerto” como en Valparaíso, Liverpool o New Orleáns.

Tilo: Nos juntábamos en las fiestas universitarias. Los Sicodélicos usaban chaqueta azul y Los Masters, chaqueta roja. Teníamos uniforme con insignia. Todos los grupos andaban con tenidas igual. En esto tenían que ver las mamás y los papás. Éramos como los juguetes de la casa. Nos vestían. Después vino un quiebre. Llegaron las flores, los pantalones rayados y nadie más usó uniforme. Empezamos vestirnos con colores y pelo largo.




Mario Marín (Director de Los Sicolélicos): La verdad que es muy grato dirigir a LOS SICODELICOS, porque en ellos no sólo he encontrado una calidad vocal e instrumental que asombra sino que también unos amigos sinceros, a veces tan difícil de hallar. No siempre es fácil explicarse como Frankie Sazo que a sus quince años es tan impetuoso, tan juguetón e inquieto, pueda estar, a la vez, tan lleno de ideales claros y precisos, y lograr un acertado dominio de su Guitarra Bajo o cantar con esa expresividad que entusiasma y deleita.

En los Sicolélicos participó Frankie y Leslie George Needham (17 años), que en aquel entonces poseen una gran cantidad de temas originales y tanto sus canciones como sus guitarras se fundaban en una expresión poética de gran sugestión.



Leslie George fue el Guitarra Líder, la que ejecutaba con gran limpieza en su mecanismo, dominando el Piano y la Armónica; y no pudo ser de otra manera ya que es fue un estudioso de sus instrumentos a los cuales les dedicaba todo el tiempo libre que disponía.

Mario Marín: Escuchar cantar a Waldo Morales es interesante, como interesantes son sus 17 años, siempre espontáneo, preocupado de sacar los mejor a su Guitarra y a sus canciones; de variedad constante en sus interpretaciones y…, a veces tan “niño chico”. Y, bueno, el “niño grande” es Alfonso Valdés, muy serio y callado, pero en la Batería está en su “salsa”, en ella se le puede admirar la pulcritud técnica con que ejecuta y el excelente partido que saca a los recursos percutorios de su instrumento.

Mario Marín: Cuando el Director artístico de ORPAL, don Carlos Guzmán, me sugirió que LOS SICODELICOS prepararan un LP, la ida no nos gustó ni a mí ni a los muchachos del conjunto porque recién habíamos editado un single y pese a que tuvo una excelente venta y una aceptación casi unánime por todos aquellos que lo escucharon, sufrimos también la indiferencia de algunos que, debiendo escucharnos, nos ignoraron. No es que nos importaran tanto esas opiniones, sino que una actitud como esa desilusiona y muestra la faceta desconocida del disco. Por ello habíamos sacado de nuestros planes el hacer nuevas grabaciones, preferíamos seguir llevando nuestra vida tranquila, estudiando para los exámenes, ensayando casi diariamente para seguir perfeccionándonos, antes que volver a algo que no siempre es agradable.

Mario Marín: Pero don Carlos Guzmán insistió y, me convenció, lo hizo como suele hacerlo él: con argumentos de peso. Me recordó, entre otras cosas, que sería provechoso para la música juvenil grabar algunos de los temas en que hemos incluido instrumentos autóctonos, ¿por qué no hacerlo, si somos chilenos, si los temas son nuestros? Tenemos entre ellos algunos de hermoso sonido, y que resultan a propósito para la música actual: Charango, Quena, Guitarrón, Cascahuillas, Trompe; y otro que, sin ser nuestro, su sonido es especialmente dulce, la Ocarina. La idea de la grabación ya estaba aceptada, pero, con algunas condiciones; si hacíamos un LP sería a la manera nuestra, sin publicidad grandilocuente, sin batimiento de records mundiales, porque preferíamos ser siempre nosotros con sinceridad, con honradez, sin camisas pintarrajeadas, sin pelos largos de protesta, sin nada que no sintiéramos, sin pose de conjunto europeo y con nuestra manera de sentir y ejecutar los instrumentos, en resumen, ser nosotros mismos. La mejor manera de lograrlo era grabar igual que si fuera un ensayo de un día cualquiera, con los temas que nos gustan, donde podemos hablar y cantar al amor, a la paz y a la libertad para decidirnos por cualquier cosa de un mundo mejor… Dios quiera que los sordos escuchen…


¿Qué es lo que los motivaba, cuál era el ideario, qué era lo que ustedes visualizaban en su imaginación que realmente fue el motor del grupo que ha perdurado hasta el día de hoy?

Fernando Hurtado: yo creo que empezó todo en familia, o sea, en lo "González". Escuchando a los Shadows, creo que por ahí empezó la parte musical y el que debiera ser el que movió la cosa. Y después se fue abriendo un poco y uniendo el sonido de las quenas y cuando fui por el norte, nos sirvió mucho el haber escuchado los sonidos originales de esa zona. Por ahí se fue plasmando lo que es la quena, el cello, el contrabajo con uñeta que es eléctrico, es decir, se fue haciendo un sonido un poco diferente a lo que se escuchaba en esa época. Creo que así se fue dando.

Los Masters hacían una cosa un poco más fiestera, música y canciones bailables y, por otro lado Los Sicodélicos realizaban un trabajo muy similar al de los Beatles, o quizás mejor. Estas dos bandas serían el gérmen del proyecto musical que se vendría en los próximos meses de ese año 1968.




No hay comentarios: